sábado, 6 de agosto de 2011

EL BALÓN Y LA RED SOBRE LA ANTIGUA CORTINA DE HIERRO


Entrenamiento de México en Sofia.

SOFIA, Bulgaria.— Por el clima esta no parece ser Europa del Este. El camino al gimnasio Levski- Siconco, es nostálgico por varias razones.

Da una impresión que el pasado de la cortina de hierro, pese a su fragmentación y caída, renuncia a desaparecer al menos en el corazón de una ciudad que ha proyectado a grandes figuras del deporte como Hristo Stoichkov en el fútbol o a Naim Suleimanoglu en la halterofilia, quien pese a haber representado en sus últimos ciclos olímpicos a Turquía, nació en Bulgaria.

En uno de los sectores que en algún momento fueron parte de la zona rural de Sofía, convertidos ahora en suburbios, se encuentran las instalaciones donde entrenan regularmente los equipos búlgaros de voleibol.

En estas concentraciones se encuentra también otra de las figuras del deporte búlgaro que en la era amateur se consagró como medallista en Juegos Olímpicos: Stoyan Gunchev, entrenador actual de selecciones juveniles femeniles.

A lo largo de la ciudad existen sectores que se parecen demasiado a zonas como Boyeros o Marianao en Cuba, principalmente por el estilo arquitectónico de los años 60 y 70 en pleno apogeo de los regímenes socialistas

De hecho, el trazo de complejos habitacionales multifamiliares que por momentos evocan zonas como Tlatelolco en México, también es similar al trazo urbano de la desaparecida Prypiat, considerada por muchos la ciudad del futuro y alimentada casi completamente por energía atómica generada en el complejo de Chernobyl en la antigua Unión Soviética.

La modernidad parece llegar poco a poco, aunque
predomina aún la arquitectura de la era de dominación
soviética.
Hay quienes aseguran que si esta ciudad existiera, sería como la Sofía actual, la cual ha cambiado la propaganda socialista en las fachadas de sus edificios por inmensos anuncios publicitarios de comida rápida, bebidas energetizantes, refrescos y marcas transnacionales.

Las playeras del Barcelona son también una moda que llegó para quedarse, impuesta desde finales del Siglo XX con Hristo Stoichkov.

Los balones del cuadro culé, al igual que las camisetas de otros equipos españoles e ingleses como el Arsenal, Newcastle y desde luego el Manchester son también indispensables en los aparadores.

Tal vez no se trata de un Rodeo Drive, pero en los suburbios de Sofia, los “Magazins”, nombre dado a los mercados ofrecen productos desde una leva (algo así como ocho pesos mexicanos) hasta aquellos que superan las 20 ó 30.
Multifamiliares. Ultimo vestigio arquitectónico
del urbanismo socialista de finales del siglo XX.

Las banderas del rojo comunista fueron suplidas por el azul y el dorado de la Unión Europea, aunque económicamente, el gobierno búlgaro conserva su moneda.

Poco más de dos levas, es el valor del Euro en esta zona. Muchos prefieren la moneda local en las transacciones, aunque los hoteles y negociaciones amplias se realizan en Euros para generar un control estable de divisas.

La bandera tricolor búlgara se asoma en algunos negocios de autopartes, de comida y cerca de estaciones del metro, donde es común encontrar algunos locales destinados a la venta de comida, lácteos y chocolates, que a pesar de no ser tan populares como los suizos, alemanes o belgas, son de gran calidad.

Así, el tiempo pasa en una ciudad que parece atrapada entre los vestigios de la antigua cortina de hierro y una modernidad que se asoma a cuentagotas.

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